Bajo una aparente atmósfera democrática de libertad e igualdad se camuflan micro células diferenciales que responden a códigos bastante obvios cuyo recurso es la cantidad que califica y aunque hay quienes se retraen y se quedan entre los intersticios del engranaje infinito de la red, igualmente siguen flotando en su construcción omnímoda. Se adaptan a las derivas del sistema aceptando el amparo de lo conveniente y contribuyendo de esta forma a ser convencidos, convertidos y sumados. Se necesita una gran lucidez para evitar acomodarse en la trampa
Enunciados
asertivos, o efectos de “verdad” se
entrelazan en un círculo vicioso con los mecanismos de poder que los hacen
posible y nos conforman red. Hay quienes escriben con la obstinación del que no
sabe y la ingenuidad del que cree saber, quienes piensan que todo es
cognoscible y reducen el misterio a un criterio. Otros escriben sobre sí mismos
- ¿egocelebridad? - solapada o
descaradamente como paso inexcusable para alcanzar renombre, la coronación del
pertenecer. En todo este maremagnum hay
gente de valía que parecen no pertenecer, como si estuvieran de paso pero a
veces ellos mismos juegan descarnadamente con el cinismo para poner de relieve
la diferencia
La
red social es el emblema de la banalidad, la entropía del asombro. Hay quienes
la rescatan por la gran cantidad de “conocimiento” que baraja pero no hay
conocimiento neutro sin relaciones de poder camufladas. Hay que permanecer muy
cerca del lenguaje para oir el tintinear de las cadenas. Una de las críticas
apela a la falta de contexto pero la influencia de unos sobre otros hace
fatalmente de contexto, cuando no, la copia lisa y llana. Imaginamos las redes
como espacios virtuales homogéneos pero
son como cristales rotos que refractan la realidad. Jugamos con el fuego
digital, olvidando los otros fuegos abandonados en los márgenes. La cultura de las redes es polifónica y a
veces cacofónica, oscilando entre el brillo esporádico y el aburrimiento,
imponiendo una presencia virtual que cada uno asocia a sus constructos
personales. La trivialidad es la condición de su existencia social ya que la
profundidad provocaría un
desacomodamiento indeseable en la pertenencia
Cuando
la técnica asume una forma de sentido universal, circunscribe toda una cultura,
proyecta un mundo, pero no hay mundo en la red, la red es mundo y el sentido
del mundo en la red es el mundo de sentido de la red, un mundo jaula.
La
cantidad se ha erigido en el sumo Bien de las redes sociales y subsisten
gracias a ella. Es su emblema, y la perversión de los recursos que utilizan
para lograrla se oculta detrás de una aparente naturalidad y de un llamado a
tener “mas” amigos. Este mecanismo va acompañado de estímulos –una manera de
decir- que generan la adicción a los muchos, la necesidad del narciso sin lago
que sea como sea quiere ver su rostro reflejado en todos los demás. Uno de esos
recursos – el mas vil – entroniza el espionaje como una de las reglas de juego
que por otra parte incentivan y justifican la tendencia voyerista presente en
la naturaleza humana y “stalkear” que en un principio fue considerado una falta,
cambió de signo y pasó a ser un método para lograr más seguidores. Al mismo
tiempo una app vino en ayuda de los perseguidos- perseguidores para saber
quiénes visitaban su sitio, fomentando de esta manera la desconfianza y la
competencia salvaje. Un ejemplo de micromundo al que la gran mayoría de
usuarios descalifcan, desde una crítica contundente o un discurso edulcorado, y
al que sin embargo suscriben su pertenencia… En las redes o enredados?
Lo
que realmente inquieta es la aceptación sumisa, la mansa entrega a los mandatos
de las redes. No se trata de si son
buenas o no sino de lo que hacen con la gente o de lo que la gente permite que
se haga con ella. Los metalenguajes en los últimos tiempos han diseminado
discursos críticos sobre casi todo, ya son parte del sistema. En cambio las
redes nos enredan con una seducción otra, es la nueva educación silenciosa que
va programando la imposición de la máquina. Se inocula paulatinamente hasta que
el virus se apodera definitivamente sin posibilidad de antídoto. Hay una
especie de - no diría inocencia- sino
ingenuidad que es la que hace que el alma fugue y quiera suplantarse por esa
cantidad que justamente es la saturación de lo deshabitado
Los
CEO de las redes son una especie de educadores, se obedece sí o sí a sus
imposiciones, siempre ganan. Aunque los usuarios se rebelen no logran nada más
que afirmar su poder de convertirlos en carne de negocio que, por otra parte no
es un secreto.
Hay
algo que subyace entre los espacios de las redes pero nadie nota esa zona
encriptada, territorio de lo porvenir, para lo que estamos siendo entrenados
En
las redes o enredados?
El éxito sin cifras es
una bendición. Esa información lleva a la indulgencia y al consentimiento que
es lo opuesto de la creatividad
La hipocresía y la idealización zanjan todas las cuestiones. La franqueza las deja abiertas
2016