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4 - Abolir el Azar?
El hombre del hoy, enajenado en la "normalidad" de su vida, apuesta los dados al futuro confiando que abolirán el azar mientras camina sobre enigmas, eternos desencantos, tiempos sin redención.

Repta entre retazos de sentido como eje de un discurso que lo va transformando a sus espaldas. Marca de otras marcas, cita biológica, social, estética, emocional y hasta religiosa, se convierte en diseminación interminable de sentidos derramados que buscan nuevos cauces para nuevas formas de búsqueda

Compartimos el estupor de un desencuentro con el presente como si fuera un disfraz de eternidad. Tiempo menesteroso donde el hombre se hunde hasta el cuello en un falso ahora sólo con la esperanza de un futuro reinventado siempre. Ha olvidado que el tiempo es devenir, la llamarada reiniciada de un segundo

Tajo de tiempo, peregrino de lo que le falta, hiato irredento de la discontinuidad, vive hurgando en el imaginario para fabricarse un brillo de latón. Vive y se aniquila debajo de sus ilusiones. El engranaje del consumo es la alfombra roja y soberana de la hybris de este mundo tendida sobre el vacío donde desfilan los seres modelados y producidos al uso para encajar en este mundo. Se confunde lo singular, el dolor de ser que no se compra ni se hereda con lo exclusivo del abalorio de consumo . La desmesura de estar anclado en la mentira y dejar todo el aliento en el espejo

Se buscan adjetivos para calificarse ingresando en la zona muerta de la valoración, vistiéndose con lo irremediable, los imperativos sociales que devoran la existencia y se alimentan con la imitación y la complacencia. Se logra así sobrevivir en el mundo casi sombras, conviviendo con la indigencia de su ilegitimidad y de su ingenui(ni)dad. El hombre vive y se aniquila debajo de sus ilusiones, mientras una grieta le va dibujando en la piel el camino de la errancia de existir sobre la tierra. Lleva una vida secreta e inconfesable, una "selfie" sin rostro, una vida de sustracciones y restos ajenos, máscaras  de auxilio para acallar  el vacío, el Vacío, el único. Reacio al misterio teme reconocerse como abismo y le da la espalda a su condición de ser solo un huésped pasajero del universo - nuestro fundamento trágico, el por qué de lo que no tiene porqué.

Ilumina Pessoa,

Nuestra  única tragedia es que no podamos concebirnos trágicos. Vi siempre nítidamente que coexistía con el mundo...por eso nunca fui “normal”              (las comillas  son mías)

El pensamiento trágico es el pensar de los confines, de los opuestos no negociables, del adentro y del afuera, de las sombras. La altura del hombre, su medida, el duelo con la vida, su incompatibilidad embriagadora, su simple cualidad de ser

 

época fantasma sombra espectro, tiempo del exceso, de lo demasiado y de la inmensa falta, mundo texto de la marca irredimible. Vivimos en la sociedad de la condescendencia. Se con desciende perteneciendo, se pertenece condescendiendo para evitar sentirse solo sin por eso evitar la soledad, la que funda la necesidad, no la que se elige. Se vive en un estado de excepción del alma sin excepción, total, compartida y asentida

 

Alma desasida

Carne ausente

Alas rotas de un alba sin retorno

 

 2016