Ninguna estrategia política está a salvo de la palabra unívoca
que se espeja en sí misma, pues ya ha agotado sus respuestas para salvaguardar
su propia herencia. La palabra en Política es política de la palabra, una
clausura que no permite el pasaje liberador hacia algo que no cabe esperar,
hacia algo que nos sorprenda, y no seguir pensando acerca de qué verdades”debemos”
sostener. En este nuestro mundo de la cantidad, de la identidad de la copia, de
la espontaneidad dormida, de la palabra agotada, de la parodia política, de
nuestro propio olvido de lo que olvidamos, se necesita una palabra casi
profética que interrumpa el curso de la repetición, que anuncie, que señale lo
que aún no ha sido enunciado, el milagro de una palabra entre la sorpresa y el
riesgo, que abra, que espere, que ame la ignorancia del porvenir, que atienda el
asombro de lo inesperado
Hoy el lenguaje de la Política se mira a sí
mismo anclado en el vacío de la ley y manifiesta su última etapa, la parodia.
El desgobierno y los desgobernados cuelgan como títeres del mismo poder. Casi
todos los países atravesamos historias parecidas donde la impudicia del poder y la inanidad del no-poder son los motores que las estratifican,
que las clonan. La ausencia de profundidad de sentido de la Política no es más
que la falta de sentido para la profundidad en que la Política está anclada.
Hoy es el territorio de la gestualidad absoluta, no produce, no actúa, exhibe su puro
gesto. Su mímica vacía. El gesto es nada más que mediador, simplemente evidencia de lo que es, comunicación de
una comunicabilidad que no tiene nada que decir. Es la sociedad del
espectáculo donde todas las identidades se fusionan y se disuelven en la gran
parodia de la sociedad sin clases. El estado forma parte de “su” espectáculo
donde la comunicación se ha prostituido. Es solo demagogia y política de
adormecimiento
El
hombre habita la posibilidad de su libre decisión solo cuando vive la
existencia como experiencia de libertad. Sufre el asedio de la necesidad, pero
puede elegir entre no ceder ciegamente o adaptarse a su propia representación.
Libertad o esclavitud. Nace a-político, la Política brota en el entre los
hombres, trata del estar juntos los diversos
Comprender no es
comprenderse como individuo sino mirar el mismo mundo desde la posición del
otro
El
estado actual del mundo es una guerra civil: es la guerra intestina de una
ciudadanía que se despliega hasta los límites del mundo y de sus principios. Lo
que hace que el poder se sostenga es que induce placer, forma saber, produce
discursos.
Es una red productiva que pasa a través de todo el cuerpo social
El
discurso racional que habitamos, prisión de mandatos velados, nos identifica,
nos dicta, nos provee la máscara y nos representa. Estamos mediados por
nosotros mismos. El discurso de poder no es poroso, es impermeable, circular,
tautológico; lo dice quien lo detenta, no tiene sombra, es la sombra. Hoy
impera la estrategia creadora de relatos e ilusiones. Todos los discursos son
iguales de verdaderos. Van suturando los huecos de sentido pero no son índice
de verdad. Lo que sí tienen es un efecto de verdad que obnubila la libertad personal
y empuja al gregarismo. La Política adopta el carácter de ser más verdadera cuanto
más exhibe el hecho de ser ficción. Mientras, las críticas al poder se
texturizan todo el tiempo, se adensan, abren nuevos espacios que a su vez se
multiplican en espacios de poder. El discurso crítico del poder aún no ha
alcanzado ese tramo de silencio necesario para que deje de anclarse en la
obstinación. La escritura crítica del poder a veces esconde entre líneas
vestigios de la propia sombra del que escribe, que irradian a su pesar y se
puede percibir un empoderamiento de la palabra que va espejando lo mismo que se
quiere descalificar
Las democracias
consideran a los ciudadanos terroristas virtuales y olvidan a los callados pero su silencio sigue
retumbando por lo bajo como un resto, una plegaria profana que habita bajo
tierra. En tanto, se han convertido en estados de excepción, como momentos
del derecho donde se suspende el derecho para garantizar su continuidad e
incluso su existencia. Estado de excepción, ese afuera que fija y
determina las condiciones de un adentro, que surge en oposición directa a toda
forma de despolitización, lo que soslaya toda forma de representación política, la gran
forma legal de lo que no puede tener forma legal porque es incluido en la legalidad
a través de su exclusión. Forma permanente y paradigmática de “gobierno”, es la
regla donde la vida desnuda es la única forma de vivir aceptada, solo
cuerpo vivo: el ser humano despojado de su
condición de sujeto
Si
bien todo el sentido se encuentra en estado de abandono, tenemos “ese sentido”,
que vivimos de esto mismo, de estar expuestos a ese abandono. El fin del sentido
del mundo es el fin del mundo del sentido. Hoy el sentido pasa por encima
del agotamiento de la significación y sitúa al pensamiento en el límite de un
sentido sin significado. Comprender el presente significa examinar y soportar la
carga de nuestro siglo y no negar su existencia ni someterse mansamente a su
peso
Ya
no se escucha hablar más de la “soberanía del pueblo” y hasta el mismo pueblo
la ha resignado, ha perdido su referente más preciado, ha sido vaciado de
contenido y es hoy nada más que el soporte hueco de la identidad estatal y solo
adquiere importancia si es recodificado en ella. Convivir no está basado en
principios identificatorios en común sino en la posibilidad de hacerlo en la
alteridad y en la apertura a lo otro. Por eso el término acuñado por Agamben, lo
(im)político apunta no a rechazar la Politica
sino a afirmar que es la mirada misma
de la Política y de la comunidad de sus bordes, la comunidad de la
periferia. No hace otra cosa que demostrarle a la comunidad política la finitud
de sus límites, ya que su fundación arrastra siempre la eliminación de la
diferencia.
La
comunidad de lo (im)político: ser-en común, ser-con-el-otro, es ser en la
ausencia, negando toda exclusión, asentarse en un espacio vacío propicio a la
inclusión de la diferencia y a la convivencia con el otro
Hay
exigencias éticas eternas que no pueden pasarse por alto sin dañar al hombre,
al prójimo, ese que se hace ver para que yo lo reconozca en su alteridad
Entrar en contacto con
la realidad vivida sin que medie la reflexión no es sino nostalgia del paraíso
perdido
Pensar
nunca es de una vez por todas. La repetición vive de lo establecido y lo
establecido de la repetición. Por eso pensar requiere siempre desacomodarse,
des- acondicionarse y exige una mirada escéptica hacia nuestras propias opiniones
2016