El hombre ráfaga del multitasking padece una atención constantemente sobreestimulada, una hiperatención obligada, que tiende a disminuir, si no a anular, la captación profunda, ya que nuestra contemporaneidad busca un interés previamente garantizado que provoque el olvido y el vaciado de la atención desinteresada
Somos encrucijadas digitales atravesados de
información - el mundo y la vida como un fatal algoritmo - ruido autosuficiente,
sembramos desierto, colonizamos ausencia. Desairamos a la incertidumbre y le
seguimos encendiendo velas al lenguaje, exigiéndole verdades formuladas.
Tiempos de desierto, de penuria en medio de rizomas de redes y palabras como
fuga del desencanto de nuestro ser humano. Tiempo abrumado de todo y de nada. La humanidad a expensas de sí misma: la deshumanidad
La pura agitación impide ese viento suave sin
viento que nos roza, nos desterritorializa y amplía el mundo hacia las zonas de
enigma
Esta sociedad, presionada por la eficacia y la
competencia salvaje ha ido cavando su propio precipicio, quedando sin
oportunidad de edificar la lucidez, luz ácida que no concede, rebeldía que no
tranza, conciencia de la conciencia, la representación de la ruptura del
espíritu con el mundo. A veces, a través de un débil hilo de quiebre, el hombre
exhausto, víctima y verdugo, tropieza con el hastío
Me animo
a decir que, no hace demasiado, cuando Internet aún no era el único aire que
respirábamos, el tiempo nos obsequiaba una especie de lapsus, nos dejaba
abandonados en el vacío, sin apoyo digital, sumidos en el tedio, abiertos a la
clausura, y allí se producía un pasaje de la pobreza del mundo al mundo: lo Abierto.
Se abría la puerta del vacío en el medio de las cosas, que aún estando,
parecían no existir en su absoluta indiferencia
y, no obstante el hombre no desaparecía, se encontraba frente a un otro que se
le sustraía y que le dejaba la huella de algo traído de los bordes de la noche
de los no -lugares
Hay en toda vida una zona de oscuridad, una
espesura de sombra y sin embargo, un ahí que no cesa, el hombre, lo
absolutamente otro que no cabe en sí mismo
Hoy, ya entronizada la red, el hombre desaparece, se ignora y se exilia en sí mismo, errante de un tiempo infinito sin lapsus
El aburrimiento descontextualiza la aparente
linealidad del tiempo, “extraña” el presente, desoculta una realidad otra. Pone
en escena lo ausente, una pausa del yo soy, un fuera-de- aquí, aquí mismo, un
Afuera al que pertenecemos por defecto
El aburrimiento es mi sensación fundamental, es la verdad de todo lo que
siento, es el fondo de lo que no soy, no de lo que es, de todo lo que es
Desgano, tedio, hastío, desidia, abulia, noia,
conciencia de la conciencia, la enfermedad de quien está sano, síntoma de ansia
de vida, un modo de reaccionar al desencanto, entre la nobleza de nuestra
naturaleza, la miseria de nuestra condición y el carácter irremediable de
nuestra finitud
Aburrimiento, el estado de
felicidad dejado en estado puro
2016