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744 - El sentido encriptado
Una parte de nosotros duerme mundo, lo acepta, lo obedece sumisamente y así pasa a ser parte constitutiva de una especie de corriente de costumbrismo urbano, una identidad sin relieve, solo un gesto vacío que sirve de soporte a una sociedad consensuada, replegada sobre sí

Prestar atención a la naturalidad con que se ha ido instalando esa identidad sería una especie de vigilia que alertaría sobre nuestra candorosa colaboración en este estado de cosas

Los hombres van construyendo mundo al mismo tiempo que el mundo va conformando al hombre a su imagen y semejanza, pero al decir “hombre” se acepta una univocidad significante y se aplana lo que se considera hombre hoy, en medio de la entropía del sentido:

¿qué hay detrás de esa palabra - enunciada casi ingenuamente - en el entre lo que dice y lo que calla ?

Allí en ese intersticio habitan las demandas más acuciantes del pensamiento actual. Y aquí no se trata de enunciar desde un lugar autosuficiente los problemas más álgidos de estos tiempos, se trata de hendir la sombra

Cuando un estilo de vida, una forma de cultura, de civilización, se erosiona solo queda la potencia del pensamiento como aliada, la gran razón, la piedad de la razón, que no tiene que ver con la rigidez del pensamiento racional, estratificado que torna endeble el espíritu humano, disimulando las instancias más enigmáticas de la vida bajo fraudulentas promesas de seguridad que impermeabilizan la mirada

En el caso de nuestra civilización, el hombre ha experimentado un temblor en los cimientos donde apoyaba su vida y en toda una trascendencia destinal que a través de la fe le garantizaba la salvación de su existencia. Hoy solo queda un vacío, su vacío, el que Dios dejó al “morir”, un agujero simbólico, el de la falta, que es atravesado por distintas instancias que se desviven por ocupar el lugar desde una excedencia irracional que se disemina proporcionalmente al desierto de sentido que supimos conseguir

La conciencia de sí de un tiempo no dice toda su verdad como tampoco la del individuo, pero señala una manera de llegar a aproximarnos de un modo otro al sentido

Aunque cabe la posibilidad de renunciar a él o de aceptar su diferimiento infinito y por ende su obstinada reapertura, no podemos aceptar tan fácilmente el suspenso de su significación

El sentido vino encriptado en el mismo lenguaje, implícito en nuestra ontología, por eso su falta ha provocado esta oquedad contemporánea que habitamos y también el que la nombremos con insistencia como el "sentido del sin sentido" que nos ha tocado vivir. Hay allí un retiro de la voluntad significante,

 

El sentido ausente obviamente tiene sentido desde su enunciado, por su ausencia misma, un movimiento que lo despoja de la significación para darle una apertura, una exposición inagotable

La religión siempre fue la gran dispensadora de sentido, proveedora de un dogma, imágenes y mandamientos, en suma, de una identidad que revalidaba la fe. Con la borradura del sentido, cae el edificio de la sacralidad institucional y cada individuo queda librado a la proyección de su interioridad que él mismo supone como la realidad de un afuera

 

El pensamiento contemporáneo atraviesa corrientes de desconcierto que giran una y otra vez en torno al vacío y a la ausencia que acotan este mundo y continúan la extensión de un horizonte nihilista como confín del mundo, un nihilismo que señala que es a partir de él como puede encontrarse una salida, una salida desde adentro, porque ya no puede tratarse de salir del mundo

Las preguntas sobre el ser y el sentido nacieron de la indigencia humana. El hombre arcaico, movido por el terror y el asombro, creó a los dioses, una forma de pregunta abierta, y se refugiaba en las cuevas para protegerse de su ira, Vico dixit. Vivía en su realidad poética, todo estaba lleno de dioses.

Hoy, la humanidad ya no crea dioses ni cree en ellos, y  vive en una ilusión generada por micro poderes creada para mitigar el miedo y la inquietud que le provocan las fisuras de este mundo quebradizo por donde asoma lo Real y su refugio es el exterior pautado para entretener y distraer, amén de la voracidad digital, pero nada de esto devuelve al hombre su carácter esencial, oculto, enigmático, su eterno e irrenunciable misterio, el de su finitud y a la vez el de padecer su propia trascendencia en la inmanencia

Hay Lugares aun que unen al  hombre con un sentimiento trascendental de la vida, del universo y de su propio estar en el mundo, el arte, el amor, la poesía, donde el ser se reencuentra consigo mismo, con su propia humanidad precisamente allí donde todo parece atentar contra ello.

El pensamiento no se detiene, por eso no hay itinerario válido, sino la posibilidad de ir donde uno no ha ido, donde nadie todavía ha ido, travesías de riesgo hacia zonas de indeterminación en las cuales las cosas pueden tomar direcciones inesperadas sin legitimar por los administradores de cerebros. Atajos de lo imprevisible, viajes en busca de la lumbre en los cuales se impone dejar atrás la historia del pensamiento y la mirada vernácula fatigada de recorrerla Mismidad, creando en su lugar en su lugar una lengua otra con la que nos sintamos extraños a nosotros mismos, lejos de los mapas clonados, de los automatismos de la opinión pública y de los devaneos de la comunicación, apartados del consenso, del canon de la época, para que sea posible acceder a otra zona donde no se pierda el conocimiento sino lo conocido. En el mundo hay algo que fuerza a pensar, el objeto de un encuentro fundamental, no de un reconocimiento. El valor del pensamiento se mide por su distancia con respecto a la continuidad de lo conocido, por no buscar la verdad ni la verosimilitud, sino el asombro, y por tener en cuenta que pensar lo que existe no es lo mismo que indagar todos los espacios posibles sino siempre experimentar, sortear lo establecido, evitar las respuestas, abrirse a lo que acontece, afirmar el Afuera. Hay lo comprendido, lo colonizado, pero también lo indeterminado. Cuando la mirada se desplaza, se abren brechas en la supuesta uniformidad de lo mismo y se crean zonas inéditas en la visión del mundo. El desplazamiento de la mirada descentra, desestabiliza y privilegia lugares donde uno nunca mira, nunca ve. Así el pensamiento deviene otro (aguas deleuzianas)

Lo que está en el origen del pensamiento es la fractura, la violencia, el enemigo, no hay pensamiento más que el involuntario, pleno de  la perplejidad  de un encuentro que provoca a  pensar, en virtud de las fuerzas que se ejercen sobre él.  Es necesario quebrar la imagen de un pensamiento que se reconoce a sí mismo. Ese es el verdadero origen del acto de pensar 

La condición de la posibilidad de la experiencia es la inquietud que impide la coincidencia con uno mismo, la aceptación de la imposibilidad de alcanzar lo definitivo, de abarcar ese todo. Comprenderlo todo sería desconocer la esencia del conocimiento pues la totalidad no coincide con la medida de lo que se interpreta ni se agota. Se impone abrirse al encuentro de los signos, a su violencia. Pensar es interpretar, pero como invención, traducir, pero como creación.

Es necesario esa extrañeza de lo que aún no se puede enunciar que surge de la perturbación de lo ausente, del amor a lo desconocido, lo que aún no ha sido determinado por la historia ni por la sociedad

Es para mentes no encasilladas, sin manuales posmodernos incuestionados o sin revisar, deseosas de una aventura sin guía turística, sin brújulas tranquilizadoras, sin discurso. Es liberar y desterritorializar el pensamiento, verse como una especie desconocida, no la del YO preso de las identificaciones y de los trasmundos, sino la que sabe que las profundidades son intensidades

Ser humano es ser una trasgresión a cualquier generalidad, no una representación de lo anónimo. El único ser que es garantía de sí es el que cambia, aquel que no es idéntico a sí mismo sino relativo para sí mismo. El ser que se representa es siempre una máscara afirmativa de la fabulación de una existencia, una apariencia productora de mundo

Devenir, tener ideas, es ir detrás de las ondas que brotan de la intensidad, es un fenómeno no de interioridad subjetiva sino de intercambio viviente entre el Adentro y el Afuera, un acontecimiento en el límite, una mirada apasionada que logra atraer del Afuera las fuerzas dormidas del Adentro, el darse de la experiencia como singularidades y allí se encuentra la dinámica propia de la vida, un arte oculto en las profundidades del alma

Pensar es resistir, ir hacia un saber libre comprometido en la construcción de un saber crítico emancipador

 Obra

Encriptado (Scindo  130cm x 63cm)

 

Abril 6 de 2025