Este es el momento cuando el mundo tambalea, cuando el hombre queda solo frente a sí ignorándose: ese sería el gran desafío del ser
La obviedad es una de las pautas de conducta más sobresalientes de nuestra sociedad, un reflejo inadvertido del perderse en lo anónimo, de sumarse al aprendizaje, de acordar con el mundo, de vivir de acuerdo al sentido que provee la significación en vez de sumergirse en la existencia, no en la idea de existencia
A pesar de que el ser humano debería ser un gesto de perplejidad, reacciona instalando lo previsible por defecto, lo que corrobora el orden establecido, obviando la exorbitancia de lo inagotable que abre sin pausa la noche del sentido
crecemos en el vacío de los signos / envuelta de mundo va la herida / nos mienten las palabras los ojos mienten
Hay una gran mentira organizada de manera colectiva e inconscientemente recibida y asimilada. Toda percepción ya es memoria dijo Bergson. La cultura que habitamos, saturados todos sus signos, se convierte en nuestra historia, se vuelve ojo del ojo
Si tuviéramos una visión y un sentimiento vívidos para todo lo ordinario de la vida humana, sería como oír crecer la hierba
Las verdades que producimos se entrelazan en un círculo vicioso con las astucias del poder que las hacen posibles y nos señalan el lugar donde pertenecer – voluntad de verdad que necesita que el mundo no cambie para neutralizar la angustia. O sea dominar e igualar, pero la inadecuación del mundo a una idea es lo que abre el juego de la verdad porque lo verdadero es lo inadecuado por excelencia, en cambio, lo obvio que surge de lo aprendido y memorizado sutura toda posibilidad de cambio porque no recoge la riqueza del reverso, la paradoja, el antagonismo
Ráfagas de verdad que nos repiten como mantras, efectos de verdad que producimos a cada instante. Nos convertimos en máquinas repetidoras, diseminadoras de sentido, hipertextos anónimos de la modernidad, líneas humanas de escritura que no pueden ver debajo de las marcas.
La obviedad de las mismas respuestas instalan los parámetros convenientes como un pase para andar por la vida, como condición de una existencia social aceptable. Se apunta a una especie de “verdades” congeladas, asentadas, asentidas y consensuadas y se logra en apariencia una cierta solidez, un fundamento, de tal manera que cualquier posible inquietud reveladora se aplana en un estado de falsa quietud que implica la pertenencia a un “nosotros”
La subjetividad de la mayoría de los contemporáneos fluye con soltura entre los otros sin cuestionarse, más bien involucrándolos e involucrándose sin decoro - ignorando que "el nosotros no es un plural que multiplica un singular sino que singulariza una pluralidad material y espiritual", brillantes líneas de Jean-Luc Nancy
Y llegamos aquí donde se requiere pensar sin neutralizar con la explicación el poder de inquietud del pensamiento, pensar sin pensamiento, el afuera del concepto. Pensar sin palabras. Esa es la libertad que escuece la esencia más genuina del hombre, el verdadero quehacer de la existencia, el de atravesar el mundo, los oídos abiertos, ajenos los ojos, vadeando la orilla de lo insospechado de los días: la vida como estallido, la que se opone a la razón que aplana los abismos, encoge las distancias e iguala las diferencias
Si pudiéramos conocer la verdad, la veríamos. Todo lo demás es sistema y alrededores (Pessoa)
Pero se vive urgido de cotidianidad, de normalidad, de una extrema cercanía con las cosas que impide salir de la mansa costumbre y percibir las figuras de las sombras que las mismas cosas proyectan, pero la misma vida de los hombres irradia hoy la sombra de lo intolerable de la trivialidad cotidiana y la vergüenza de una vida ensimismada, una “modernidad cansada” que casi sin darse cuenta fue reconfigurada y redefinida, emergiendo en un nuevo relato global, que no solo se le propone sino que se le impone. El ser humano fue releído y re interpretado a sus espaldas y aparece mediado y sostenido por cualquier símbolo o representación ingenua de la vida que se le cruce
El estado decreta nuestra exclusión si no repetimos las voces adecuadas, si no aceptamos la reproducción de la realidad que nos fue impuesta. Nuestra contemporaneidad, reino de la cantidad y de la evangelización consumista, de las emociones dormidas y las palabras cansadas, reino de la entropía, se acomoda en la sociedad, se hamaca en la indiferencia y esto lleva al hombre a no rebelarse, a no pensar, solo a negociar para seguir perteneciendo
Allí donde se produce el hundimiento de la realidad, acontece la máxima comprensión del hecho del mundo, pero el mundo se convirtió en un “globo” habitado por seres homogéneamente reificados y hasta la palabra libertad no es más que el estuche de una necesidad, hoy reconfigurada políticamente
Aunque nos quedemos entre los espacios mínimos del engranaje infinito del mundo, nos deslizamos en la positividad del sistema y seguimos en él, adaptados a sus derivas resguardados en lo conveniente
Parte de la sociedad hoy actúa como un coro griego bastardo, observando la escena como si no fuera parte mientras el Poder pontifica desde el vértice de la pirámide derramándose a la base, alienando la calidad e instalando la pertenencia. Buscamos la solidez en lo fantasmático, nuestra biografía es una base de datos, los códigos nos habitan y son la clave de entrada al desierto de sentido
Para “encajar” hay que extrañarse de mundo. La singularidad brilla siempre en la inconveniencia de sí
La planetarización también comercia con las formas del alma que no logra sincronizar con el mundo. Solo sincroniza en ausencia. En esta civilización no son todos iguales, son igualados, almas disfrazadas de estar en el mundo. El shopping es la meca de lo Mismo. Las familias circulan sin saberse salvo en el milagroso improptu de la marca que los re-une fugazmente, mientras se abren paso entre los reptantes de vidrieras, los adoradores de prototipos de magazine, los místicos de las trendies. Almas que arden con make-up, tribus de afinidades electivas del merchandising global. La sociedad contemporánea es todo puntada, nada de hilo, sinónimo de autoestima prefabricada, emblema del hoy
El reloj cool de avant-garde que no puede faltar hoy es el del tiempo de ceniza que dibuja todas las horas y no marca ninguna, el “eterno” presente. Este presente de hoy, absoluto y efímero, ha generado la reunión de todos los ritmos del mundo con un mismo leitmotiv. Este tiempo exige que el pensar se mire a sí mismo y sea capaz de percibir no al ser más allá del tiempo o fuera de todo tiempo sino a su estar- pasando hic et nunc. Si antes pensábamos la eternidad de la permanencia, hoy nos enfocamos en su inestabilidad. La temporalidad auténtica es el instante, un latido, un tiempo que renace cada vez
Abril 10 de 2025