Tiempos de sofismas, de retórica vacía, de elocuencia espontaneísta, ese llamado a la transparencia, a la comunicación sin mediación ni dilación
Los individuos de una sociedad son producidos conforme a lo instituido por esa sociedad a la que a su vez producen y continúan produciendo, conformando así un poder implícito, pero hay un poder explícito paralelo establecido como tal que es la garantía absoluta de la legitimización de las significaciones de esa sociedad que encuentran su razón de ser en un imaginario inconscientemente asumido. Las otras le son impracticables El individuo se ve así atrapado entre la crítica a las instituciones y el sueño de otra institución que en un proceso interminable llegara a sustituir las instituciones de opresión, violentas e inoperantes. El mundo pre-social, anterior a las sociedades, amenaza siempre el sentido instaurado por la sociedad porque los seres singulares no pueden ser nunca completa ni exhaustivamente socializados de acuerdo con las demandas, implicando el rechazo de toda “autoridad” que no rinda cuenta de sus actos y que no justifique la justicia de sus enunciados La singularidad es lo que puede desafiar a la anticipación, a la reapropiación, al cálculo, a cualquier predeterminación y la justicia forma parte de ese porvenir y rebasa al derecho que siempre es un conjunto de normas predeterminadas La gran pregunta es por qué los individuos aceptan las cadenas impuestas. Se sabe que el poder es magnético, creador de fantasmas y espectros, de paraísos artificiales difíciles de rechazar que velan la esclavitud y provocan el sometimiento tolerado y la opresión incuestionada y que conduce no a ser gobernados sino tiranizados, a trabajar la propia servidumbre para forjar sus propias cadenas. Quizá el motivo que subyace sea el hechizo de una fraternidad de iguales y las costumbres que atan a la pertenencia, a ese mismo molde que nos configuró para que nos reconozcamos, esas mismas costumbres que llevan al quiebre de la tendencia constitutiva del ser humano a la libertad La organización actual de la sociedad puede juzgarse como patológica. Las sociedades han hecho de la libertad un instrumento poderoso de dominio que convirtió a las “elecciones libres” de los miembros de estas sociedades en un dispositivo útil para perpetuar los intereses dominantes y, al mismo tiempo, para proveer a sus víctimas de un discurso perverso sobre sus intereses reales, en suma, un proceso de subjetivación, o sea, la producción de un modo de existencia, que de ninguna manera puede confundirse con un sujeto, a menos que se lo despoje de toda interioridad. La subjetividad no tiene que ver siquiera con la persona: Aspecto fundamental de la política hoy es la extraña relación existente entre el modo de producción del capital y la producción del deseo inconsciente El proceso económico y la estructura psíquica se determinan mutuamente y se implican recíprocamente. La economía sin una estructura emocional operante es inconcebible ya que es un deseo históricamente marcado. Los procesos y las relaciones constituyentes de la subjetividad, lo que somos, es el producto de las relaciones sociales que nos han ido configurando. La organización de la subjetividad interioriza la organización social de los vencedores de la dominación histórica, es un sometimiento interiorizado, una “servidumbre” inconsciente, pero lo social no aparece en la subjetividad solamente como marca o imposición sino que en realidad se manifiesta como una lucha entre lo colectivo y lo subjetivo que no se da sin resistencia, concesiones y transacciones mutuas. No obstante, la formación del sujeto es violenta, es el resultado de una especie de debate, de un conflicto, una lucha, un agon con vencedores y vencidos La violencia es aquello que no permite al otro ser lo que es, aquello que no deja lugar al otro. La brutalidad, el fiat dogmático, en cambio, no es solo una violencia no refinada; es una mala violencia, pauperizante, repetitiva, mecánica, que no abre hacia el porvenir, que no da cabida al otro. Reduce a lo amorfo, a lo mecánico, empobrece la forma, hace perder la diferenciación Si la diferencia es violencia y la violencia es diferenciante, la brutalidad homogeniza y borra la singularidad La economía adquirió un lugar de soberanía absoluta e irresponsable sobre la vida social entera, manipuló la percepción colectiva y se apoderó de la memoria y de la comunicación social para convertir al mundo en una única mercancía espectacular y el espectáculo es el lenguaje, la comunicabilidad misma, el ser lingüístico del hombre que es expropiado y la forma extrema es la política en la que vivimos. Esa expropiación es la posibilidad misma de un bien común, porque el espectáculo contiene algo así como una posibilidad positiva que puede ser usada contra él mismo Todo lo que vemos afuera posibilita la construcción teórica de una organización subjetiva adentro que determina nuestro modo de ser como réplica de la organización social, pero la historicidad objetiva de los procesos productivos es incomprensible si no incluimos en ellos la propia historia del sujeto producida desde la infancia y que se prolonga hasta la adultez en la regularización de nuestras cualidades La unión de los individuos en una sociedad debería darse por medio de una alianza que no suprima la singularidad de sus integrantes sino que la acentúe, una comunidad cuya constitución no se basara en una simultaneidad de presencias sino en la apertura, como la interpretación de un texto no dado, no cerrado sobre sí mismo, una interpretación que lo transforme. Una comunidad unida por un testamento de la ley no adquirido, ni siquiera comprendido Estas tablas de la ley deben existir ya – no tanto estar presentes – para que el porvenir permanezca abierto a lo que todavía queda por hacer. La fuerza del porvenir que debe permanecer debe ser fuerza de ruptura no menos que de integración, fuerza de disenso a la par que de consenso. Se trata de una comunidad que da derecho a la interrupción, una comunidad que es la puesta en común de lo que ya no está en el orden de la subjetividad y tampoco de la intersubjetividad como relación entre presencias El sujeto sí es un producto social determinado pero es humano en lo que vive, piensa, siente y también produce en su hacer. Es el núcleo a través del cual se elabora la realidad del proceso histórico como vivido y sentido Para devenir capaz de acción hay que renunciar paradójicamente a la idea de porvenir. Hay que saltar en otra temporalidad y descubrir las nuevas fuerzas del tiempo (Aguas deleuzianas)
Abril14 de 2025
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